La Vía Lactea

La Vía Láctea es la galaxia donde se encuentra nuestro sistema solar, se trata de una galaxia espiral, se cree gracias a las observaciones realizadas por los astrónomos, que está formada por entre 200 000 y 400 000 millones de estrellas, tiene un diámetro aproximado de 200 000 años luz, este diámetro se conoce gracias a nuevos estudios realizados por investigadores del National Astronomical Observatories de Pekín y astrónomos del Instituto Astrofísico de Canarias.

Crédito imagen: NASA / JPL-Caltech / ESO / R. Herir

Nuestra galaxia es la más brillante y masiva junto a la galaxia de Andrómeda, y a la galaxia del Triángulo de un grupo de galaxias conocidas por el nombre de Grupo Local. Este grupo de galaxias, está formado por tres galaxias espirales gigantes que dominan a otras 40 mucho más pequeñas, que en su gran mayoría sería galaxias satélites de las tres más grandes. El Grupo Local a su vez es parte del supercumulo de Virgo.

Crédito imagen: R. Hurt - NASA/JPL

La Vía Láctea se divide en tres partes, el halo, el disco y el bulbo. El halo es una estructura esferoidal que envuelve la galaxia y apenas tiene estrellas ni gas. El disco se compone principalmente de estrellas jóvenes, y es la parte de la galaxia que posee más cantidad de gas, siendo donde aún se dan procesos de formación estelar. El bulbo también conocido como núcleo galáctico se sitúa en el centro de la galaxia, esta parte es donde hay una mayor densidad de estrellas, poseyendo los cúmulos globulares con mayor densidad, gracias a estudios recientes se sabe de la presencia de un agujero negro supermasivo de 2,6 millones de masas solares conocido como Sagitario A.

Crédito imagen: NASA/CXC/MIT/F. Baganoff, R. Shcherbakov et al

El nombre de nuestra galaxia proviene del griego, en su mitología se explica que se trata de leche derramada del pecho de la diosa Hera, en la Antigua Grecia, el astrónomo Demócrito 460 años antes de cristo, ya sugería que el haz blanco en el cielo, en realidad se trataba de un conglomerado de muchísimas estrellas, demasiado tenues individualmente, como para ser reconocidas a simple vista, dato que fue ratificado en 1609 por Galileo Galilei gracias al telescopio.